Suicidio

Juan era un tío normal que disfrutaba de la vida, cada segundo era un regalo. Vivía con su su esposa y sus tres hijos y disfrutaba de pasar tiempo con ellos en los parques de los alrededores y descubrir los sitios interesantes de la zona. Tenía un trabajo en que le daba para vivir y parecía feliz y estable en su vida.

Sin embargo, a pesar de las apariencias, Juan estaba pasando por muchos problemas emocionales. Su trabajo era una pesadilla y siempre estaba a presión de sus jefes para conseguir resultados rápidos, lo que significaba muchas horas de trabajo y poco tiempo para su familia.

Además, vivía en una zona donde la competencia por los mejores trabajos era feroz, lo que hacía que siempre estuviese preocupado por perder su curro.

Empezó a trabajar tanto que se sentía agotado y débil. Se sentía atrapado en una rutina de trabajo, casa y cama que no tenía fin. Cuanto más tiempo pasaba trabajando, más cansado se sentía y, al mismo tiempo, más sentía que estaba atrapado en una vida impuesta.

La fatiga empezó a afectar su salud mental. Empezó a tener ansiedad y depresión. Perdió el interés por las cosas diarias y empezó a evitar pasar tiempo con su familia. Su matrimonio también empezó a sufrir, ya que su mujer se sentía descuidada y sin consideración.

Ya no se sentía como él mismo de antes. Su ansiedad y depresión empeoraron tanto que se sentía abrumado por pensamientos negativos que se le repetían constantemente en la cabeza. Se preocupaba demasiado por todo. Le parecía que no había nada bueno en el mundo.

Sus niveles de estrés y ansiedad se volvieron aún más intensos y afectaron su capacidad para tomar decisiones. Sus pensamientos se volvieron tan ansiosos y desesperados que empezó a ver la muerte como una salida a sus problemas.

salto desde acantilado

Llevaba semanas preparándose un plan para el suicidio. Hizo una lista de todas las cosas que quería hacer antes de morir: escribió una larga carta de despedida a su familia, se reunió por última vez con sus amigos más cercanos y se aseguró de que su familia tendría suficiente dinero para vivir una vez que él hubiera muerto.

Una noche, pensando que nadie lo vería, se fue a un acantilado y se despidió del mundo. Se quitó la vida y nadie pudo detenerlo.

La familia de Juan se quedó en shock cuando se enteraron de la noticia. No se esperaban algo así. Era difícil creer que el hombre fuerte y estable que conocían hubiese tomado esa decisión.

Pero al final, entendieron que fue su decisión y que ahora, era cuando él podía realmente descansar en paz. Al entender eso, la familia también pudo respirar tranquila y una paz les cubrió a todos.

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