Covid-19

Covid-19

Suceso Covid-19

Tiempos difíciles son los que nos tocan vivir a todos por el dichoso virus del Covid-19, desesperación por el confinamiento, distanciamiento social y lo peor de todo, la perdida de seres queridos.

Seguro que todo el mundo tiene malas experiencias debido al Covid-19 y todas sus variantes, yo, como todos, también las tengo. Debido a mi trabajo, he vivido situaciones que a muchas personas les superarían.
En esta ocasión voy a contar un caso real que he vivido con la madre de unos amigos del pueblo donde mi empresa tiene un tanatorio.

Esta señora, a la que yo conocía, ingresó en un hospital de Murcia por una infección de orina, como dicho hospital está colapsado por pacientes infectados de Covid-19, fue trasladada a otro hospital. En este hospital, a falta de unos días para darle el alta, ingresó un paciente Covid-19. Desconozco los detalles que desembocaron en una infección masiva dentro del hospital. La cuestión es que esta paciente fue infectada y aislada siguiendo el protocolo de actuación de pacientes Covid-19. La familia ha estado treinta días sin poder visitarla, hasta que recibieron la llamada del hospital informándoles del fallecimiento.

D.E.P.

Inmediatamente la familia nos avisa y nos ponemos en marcha. Quedamos con la familia para que elijan el ataúd y nos marchamos al hospital a recogerla, pero la familia me pide que por favor me asegure de que es ella, que están mucho sin verla y no se fían. A esta petición, les digo que a mi, me la entregan sellada en dos sudarios y que la única cosa que puedo hacer es asegurarles de que las pegatinas identificativas son las de ella.

Al llegar al hospital recogí el certificado de defunción y comprobé que las pegatinas eran correctas tal y como le prometí a la familia, pero con una peculiaridad, además de recoger a la fallecida, me entregaron una bolsa con las pertenencias de ésta.
Realizamos el traslado al tanatorio con la caja sellada y desinfectada, informo a la familia de que las pegatinas identificativas eran correctas y de que para más seguridad les entregaba la bolsa de pertenencias de la fallecida.

¡Pero qué narices era aquello!

Cuando abro la bolsa de pertenencias y lo primero que saco de ella es una chaqueta de hombre, os podéis imaginar la cara que se me quedó, por no hablar de como se tuvo que sentir la familia.

Por motivos legales, voy a omitir las medidas que se tuvieron que tomar. Lo que nos lleva directamente al viaje de vuelta al hospital con la bolsa de "pertenencias de la fallecida". 

Al llegar a planta nuevamente, pregunto por el responsable de planta y me dicen que ahora mismo son todos los que allí se encuentran, cuatro chicas y un chico. Les explico la situación y les informo de que no se que medidas legales se van a tomar contra el hospital, pero que la familia esta pasando un trago angustioso por culpa de un fallo humano.

Lejos de reconocer el error (que se puede entender que hay un error y que no se a hecho con mala fé), una de las chicas con actitud chulesca y un poco agresiva, me dice insiste en que esas eran las pertenencias de esa mujer, que no habían mas difuntos en todo el día y que esas eran las cosas que habían en su armario.

Cabezona la Enfermera frente al Covid-19

Tras una breve, pero intensa discusión entre esa chica y yo, me reconocen que en más de una ocasión algún paciente, cito textualmente: "que no esta bien de la cabeza" cambian las cosas de habitación. A lo que entiendo, que una planta de hospital, con pacientes covid, que tienen que estar aislados, no tiene un control para evitar que contagien a otros pacientes.

Púes una vez sacadas mis propias conclusiones y dando por zanjada la discusión, les pido que vengan a recoger la bolsa de pertenencias que llevo en el coche fúnebre, a lo que me acompañó el chico.
Una vez en el coche, saque la bolsa y la vacié para ver que contenía, y cual fue nuestra sorpresa, que no solo contenía la ropa de hombre, sino ropa y calzado de hasta tres personas distintas. El chico avergonzado pero muy correcto en todo momento, recogió la ropa y se la llevó para intentar averiguar que había pasado.
Mientras tanto, la familia de esta persona, seguía sin estar segura de que fuese su madre la que iba en el interior de la caja.

Finalmente y siguiendo con la normativa sanitaria vigente y cumpliendo la ley, se autorizo a la apertura del féretro para su comprobación.
La persona que estaba en el ataúd, si era la persona que esperábamos y la caja se selló nuevamente.
De todo corazón, a las personas culpables de este incidente solo quiero decirles una cosa: 
-Ojalá, nunca nadie os haga pasar un rato como el que tuvo que pasar esta familia. 

Y a la familia, mucho animó y deciros que lamento mucho lo ocurrido. Un fuerte abrazo.

A los demás, recordad que podéis leer otros casos reales sobre Funerarias de Murcia en la página principal.

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